19 de julio de 2016

#DailyLine RELATO: Hal & Minnie

Fuente/Source: Diana Gabaldon


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Hal continuaba sentado en el escritorio una hora más tarde. Había progresado; la carta de John estaba ahí, en la esquina del escritorio, sellada y con la dirección de los Armstrong en Aberdeen pulcramente escrita, con una pluma recién cortada. El taco de papeles había sido sacudido para quitar el polvo, golpeándolo ligeramente para alinearlo y guardado en un cajón. Y notó el olor de flores marchitas, un ramo de claveles marchitándose en una taza sobre el alféizar. Se las arregló para abrir la ventana y tirarlas, y luego llamó a un criado para que se llevara la taza para lavarla. Estaba exhausto.

Se dio cuenta de ruidos a lo lejos, el sonido de la puerta principal abriéndose, voces. No pasaba nada; Sylvester se encargaría de quién quiera que fuera.

Para su sorpresa, el mayordomo parecía haber sido superado por el intruso, había voces que se elevaban y unos pasos seguros yendo rápidamente hacía su santuario.

"¿Qué diablos estás haciendo, Melton?" La puerta se abrió de golpe y la cara ancha de Harry Quarry apareció ante él.
"Escribiendo cartas" dijo Hal con toda la dignidad que pudo reunir. "¿Qué es lo que parece?"

Harry interrumpió en la habitación, encendió una vela con el fuego y encendió el candelabro del escritorio. Hal no se había dado cuenta que estaba oscureciendo, pero debía de ser la hora del té por lo menos. Su amigo subió el candelabro y le examinó de forma crítica bajo su luz.

"No querrás saber lo que pareces," dijo Harry sacudiendo la cabeza. Bajó el candelabro. "Asumo que no recordaste que tenías que reunirte con Washburn esta mañana."
"Wash..... Oh, Dios." Se había incorporado a medias en la silla al oír el nombre, y ahora caía de nuevo, sintiendo el vacío ante la mención de su abogado.

"He pasado las últimas horas con él, después de entrevistarme con Anstruther y Josper, ¿recuerdas, el ayudante del 14?" Hablaba con una fuerte nota de sarcasmo.

"Sí," dijo Hal escuetamente, pasándose una mano sobre la cara tratando de despertar su ingenio.
"Lo siento, Harry," dijo y sacudió la cabeza. Se levantó envolviéndose con su bata. "Llama a Nasonby, por favor. Que nos traiga té a la biblioteca. Tengo que cambiarme y lavarme."

Una vez limpio, vestido, peinado y sintiendo un aspecto apto, entró en la biblioteca un cuarto de hora más tarde para encontrarse con el carro del té listo en su lugar y unas volutas de aromático vapor que salían de la tetera, mezclándose con el aroma especiado del jamón y las sardinas y la untuosa dulzura de una tarta de grosella que rezumaba mantequilla.

"¿Cuándo fue la última vez que comiste algo?" preguntó Harry viendo como Hal comía sardinas en una tostada como un gato hambriento.

"Ayer. Tal vez. Lo he olvidado." Tomó su taza para pasar las sardinas lo suficiente y hacer sitio al pastel en el siguiente paso. "Cuéntame lo que dijo Washburn."

Harry estaba con su propio pastel, tragó y contestó.

"Bueno, actualmente no puedes ser juzgado en audiencia pública. A pesar de lo que pienses sobre tu maldito título- no, no me lo digas, ya lo he oído.." Alzó una palma de su mano previniéndolo y cogiendo un pepinillo con la otra.

"Da igual que elijas llamarte duque, conde, o simplemente Harold Grey, todavía eres un par. No puedes ser juzgado por nadie excepto por un jurado de tus pares, esto es, la Cámara de los Lores. Y realmente no necesitaba que Washburn me dijera que la probabilidad de que un centenar de nobles acordaran que deberías ser encarcelado o colgado por retar a duelo a un hombre que sedujo a tu esposa y matarle como resultado, es aproximadamente de una entre un millar, pero me lo dijo de todas formas."

"Oh" Hal no había pensado en el problema pero si lo hubiera hecho habría llegado a la misma conclusión. Aún así sintió algo de alivio al oír que el honorable Lawrence Washburn, KC, compartía la idea.
"Aún así.....¿vas a comerte la última loncha de jamón"

"Sí." Hal la cogió y buscó el tarro de mostaza. Harry tomó un sandwich de huevo en su lugar.

"Aún así," repitió con la boca medio llena de huevo y delgado pan blanco, "eso no significa que no estés problemas."

"Quieres decir con Reginald Twelvetrees, supongo." Hal mantuvo los ojos en su plato, cortando cuidadosamente el jamón en trozos. "Eso no es noticia para mí, Harry."

"No pensé que lu fuera, no," concordó Harry. "Quería decir con el rey."

Hal dejó su tenedor y miró a Harry.

"¿El rey?"

"O para ser exactos, el ejército." Harry tomó con delicadeza una galleta de almendras de entre los restos del carro de té. "Reginald Twelvetrees ha traído una petición al General (), pidiéndole que seas llevado a un consejo de guerra por el asesinato ilegítimo de su hermano, y algo más, que seas retirado como Coronel del 46, alegando que estás tan trastornado que puedes constituír un peligro para la disposición y capacidad de dicho regimiento. Ahí es donde entra su Majestad."

"Tonterías," dijo Hal brevemente. Pero su mano temblaba ligeramente mientras elevaba la tetera y la tapa traqueteó. Vio que Harry lo había notado y la dejó cuidadosamente.

Lo que el rey da, el rey quita. Le había llevado meses de arduo trabajo que le encargaran de nuevo el regimiento de su padre, y más que eso, encontrar oficiales aptos dispuestos a unirse a él.

"Los escritorzuelos," comenzó Harry, pero Hal hizo un gesto rápido y violento cortándole.

"Lo sé."

"No, tú no ...."

"!Sí! Maldita sea, no hables sobre ello."

Harry emitió un suave gruñido pero desistió. Cogió la tetera y llenó ambas tazas, ofreciéndole una a Hal.

"¿Azúcar?"

"Por favor."

El regimiento, recién resucitado, todavía no había entrado en servicio en ningún lugar; vagamente tenía la mitad de los hombres, y muchos de ellos no distinguían un lado del mosquete del otro. Solamente tenía un mínimo de personal, y aunque la mayor parte de sus oficiales eran hombres de entereza, solo un puñado, como Harry Quarry, tenían algún tipo de lealtad hacia él. Cualquier presión, cualquier signo de escándalo, bueno, más escándalo del que ya había, podía hacer que se derrumbara toda la estructura.
Los restos serían pisoteados ávidamente por Reginald Twelvetrees, el negro recuerdo que el padre de Hal había dejado para siempre, una memoria de deshonra como traidor, y su propio nombre había sido arrastrado por el fango, retratado en la prensa no solo como un cornudo sino como un lunático.

El asa de su taza de porcelana se rompió de repente y se estrelló contra la mesa, golpeando la tetera con un ¡tink! La capa se había agrietado, y el té corría por su brazo empapando su brazalete.


3 comentarios:

  1. Ohhhhh... Esta historia está buenisima!!!! Gracias chica!!!! Su pagina es genial

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  2. Que pena que no estén traducidas al español el resto de historias que completan Outlander a parte del las de Lord John porque me encantaría leerlas todas.
    Alguien conoce algún foro donde haya alguna traducción hecha por fans?? porque aunque no es lo mismo por lo menos te enteras de la historia.

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    1. Paloma, puedes sumarte a nuestro grupo de Facebook: Clan Sassenachs - Outlander en Español
      :)

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